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Monumento a la Virgen Blanca | |
Autor: J. Mª. Molina Galera |
Estos cursillos tuvieron gran aceptación entre la gente de Blanca, y en los años siguientes hubo más personas que siguieron inscribiéndose, incluso había gente que repetía el cursillo, para revivir sus experiencias. Desde los años 1981 y 1983, entre un grupo de jóvenes blanqueños participantes en ellos nace una especial amistad, que aún conservan hoy día.
Fruto de la inquietud de este grupo de jóvenes, surge el propósito de costear la imagen de una Virgen, y emplazarla en lo alto de la sierra del Solán, a cuyos pies se extiende Blanca, para que cuidara y protegiera a todos sus ciudadanos.
Se eligió a la Virgen Blanca, patrona de Vitoria, porque reunía varias condiciones deseables: primero, su nombre coincidía con el de la localidad. Segundo, habían visto el boceto de su escultura y les gustó, y además, por su color, sería más fácil distinguirla por la noche.
El subir la imagen de la Virgen a tan alta atalaya constituyó una pequeña odisea. La escultura estaba dividida en 5 piezas, y de subirlas se encargó Jaro, policía municipal y tractorista, de forma desinteresada y arriesgando su vida. Hubo que echar 5 viajes desde el pueblo hasta la cumbre de la sierra, uno por pieza. Como cada una ya era de por sí bastante grande, el tractor no podía subir hacia delante, pues el peso de la carga (que se colocaba en su parte trasera) lo hubiera hecho volcar hacia atrás, así que fue necesario que el tractor subiera cada viaje "marcha atrás". Para subir las 5 piezas se tardó un fin de semana.
Después de subir las piezas, se ensamblaron para formar la imagen, y el propio escultor, D. Anastasio Martínez Valcárcel, se encargó de tapar y retocar las grietas, para ocultar las junturas entre pieza y pieza.
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Vista desde el camino al Castillo |
También fue destacable la ayuda recibida por el Ayuntamiento, siendo entonces alcalde el Sr. D. Valero Martínez Palazón, quien se ocupó de conseguir los permisos de los propietarios de las fincas por las que debía pasar el tractor, y cuando la imagen estuvo terminada y colocada sobre el pedestal, pagó el alumbrado y los focos que la mantienen iluminada todas las noches desde entonces.
Para sufragar los costes de la escultura, el grupo de blanqueños pensó en servirse de rifas y sorteos, y fue entonces cuando sucedió la anécdota (por llamarlo así) más curiosa. En el primer sorteo, se rifó un televisor en color. En el segundo, del día 22 de diciembre de 1983, el premio era un Seat Panda, valorado en 750.000 pts.
Pues bien, se vendieron todas las papeletas hasta la 053.287, y resultó premiado el número 053.288; es decir, con que sólo hubieran vendido una papeleta más, habrían tenido que entregar el premio, el cual quedó en su poder, y gracias a esto pudieron pagar todos los gastos de la imagen. El dinero sobrante fue donado a la parroquia local, cuyo titular era entonces D. Roberto Sánchez Muñoz. ¿Casualidad o milagro? Para mucha gente, demasiada casualidad parece...
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