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En este callejón se forma un auténtico embudo, donde los últimos 40 o 50 corredores, con "los de negro" a tan solo unos metros detrás, intentan entrar todos al mismo tiempo. Aquí sucede de todo: tropezones, codazos, empujones... pero nadie se cae, todos entran y nada grave ocurre, quizás el capote de nuestro patrón S. Roque tenga la explicación.
Texto de Frutos Molina
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