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Fidel Molina Fernández

Desde niño le gustaba la pintura y el dibujo, en su casa se respiraba el arte y el óleo, observaba la mano rápida de su padre, su primer maestro, al hacer los dibujos de cómics en tinta china y acuarelas. El pequeño Fidel de entonces se quedaba embelesado viendo las viñetas de 'Puño de bronce' en acción. Comprendió la magia del dibujo que daba vida a personajes y de la pintura que daba forma con belleza a aquellos bodegones, retratos, paisajes y la fiesta de los toros, obra de su padre.